¿QUIÉN ES NUESTRO PADRE ESPIRITUAL?

 

Al leer nuestras Biblias en Génesis, capítulo 1, inmediatamente lo podemos conocer como el Padre creador de todas las cosas que se ven, como de las que no se ven. Seguidamente, cuando hace el llamamiento y pacta con Abraham, Isaac y Jacob, le podemos ver como el Padre de la nación judía (He 5:5).

 En el Nuevo Testamento, cumpliendo toda la profecía que sobre su advenimiento como Hijo, había inspirado a patriarcas, reyes y profetas, entonces podemos ver como el Dios hecho Hijo (Jn.1:14; 1ª. Tim. 3:16), Jesús (la imagen visible de Dios Espíritu), en reiteradas ocasiones llama “Padre” al Espíritu que lo engendró.

Dios como el Hijo del hombre, el hijo de David, durante su ministerio terrenal siempre exaltó al Padre. En sus enseñanzas, tocante a la salvación del hombre y su relación con su creador; compara todo lo concerniente al reino, con una familia cuya cabeza jerárquica merecedora de respeto y honra, es El Padre, a quien el mismo Jesucristo hombre, está sujeto.

Respecto de su señorío como esposo y director de la Iglesia, Cristo Dios, se declara la cabeza. Por lo que todo poder y autoridad que el Padre le dio, se lo ha concedido a la iglesia(Jn.17:22), con la única que “comparte su gloria”.

Ante este basamento bíblico, Jesús enseña que “A nadie en la tierra llamemos Padre (espiritual), porque uno solo es nuestro Padre: Dios que está en el cielo” (Mt. 23:9). No obstante, hoy se está enseñando que aquella persona que gana almas para Cristo mediante la predicación del Evangelio, se le llama “padre espiritual” de ese creyente.

 Argumentan, que es “como un padre que cuida, alimenta y conduce por el buen camino a ese creyente para que al final, pueda llegar con éxito ante la presencia de Dios. Para ello, se basan en que los apóstoles Pablo y Juan, llaman a sus discípulos “hijos”, “hijitos míos” (1ª. Jn.2:1; 3:7; 4:4; 5:21; 1ª. Cor. 4: 14-17; 1ª. Tm.1:1-2; 1:18; Tito.1:4; Hch. 13:26.

 Luego de estudiar detenidamente, las citas anteriores, en ninguna se encuentra la idea de que estos apóstoles querían que sus discípulos los reconocieran como padres espirituales. De pronto, el amor fraternal que nos constriñe, puede llegar a pretender de creernos padres fraternales de alguien, más nunca “padres espirituales”.

La expresión: “Como” a hijos míos amados. Claramente, mantiene la idea de que los mismos apóstoles, no consideran la idea de ser padre espiritual de nadie a quien haya sido ganado para el reino de su Señor Jesucristo.

Por eso introduce la expresión: como, para referir el común vínculo que estas personas y él mismo tienen en la fe y en la obra que por Abraham y la predicación de los Apóstoles, en Cristo la promesa cumplida, les permite ser constituidos hijos de Dios, por adopción (Jn.1:12).

Cuando un cristiano no observa el contexto en que se desenvuelve lo que el Señor mismo advirtió: No llames padre a nadie en la tierra; esta expresión, deja sin efecto el llamar padre a nuestro progenitor.

 El contexto de esta cita, ciertamente está hablando del único Padre Espiritual dueño y creador de todas las almas, Yahweh el Espíritu Santo (Ez. 18:4), no incluye a hombres mortales. El creerse padre espiritual de alguien, es contrario a lo que expresa la Palabra de Dios. Solo el Espíritu Santo, es nuestra cobertura espiritual, no un hombre por muy ungido que este se crea.

El Apóstol Pablo advierte en su Segunda Carta a los Tesalonicenses, capítulo 2, sobre la apostasía que ya se venía manifestando, y que, en los tiempos finales, se acentuaría mientras se acerca la venida del mesías.

El versículo 4, es muy claro sobre el tipo de hombres que estarían cohabitando en la iglesia; observe: “…el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios”. A estos hombres, el apóstol Juan los llama “anticristos”.

Cuando un cristiano se cree “Padre espiritual”, “cobertura”, ángel o cabeza de la Iglesia de Cristo; evidentemente se está oponiendo y levantando contra la doctrina establecida por Cristo y los apóstoles. La Palabra de Dios, señala que nosotros ahora, somos “el templo donde Dios habita mediante su Espíritu Santo” (Jn.1: 12-13; 3:5; Mt. 12: 43-45; Ro.8: 9-10; Apo. 3:20; Hch. 17: 24).

. Cuando una persona -por mucha jerarquía que pretenda tener en la iglesia- se cree “padre espiritual” de alguien, entonces, está desplazando a Dios de su trono (el corazón del creyente), para sentarse él, convirtiéndose en “Becerro de Oro”.

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